jueves, 5 de febrero de 2009

COMPARACIÓN DE RACIONALISMO Y EMPIRISMO



A principios del siglo XVII se desplaza el centro cultural de Europa, desde el sur (España e Italia) al centro y oeste (Francia, Alemania e Inglaterra), y comienza a tomar auge el llamado pensamiento moderno, que supuso un profundo cambio en la cultura europea. Se considera al racionalista Descartes (1596-1650) como fundador de la Filosofía Moderna.

Voy a relacionar las dos corrientes de pensamiento que tienen una mayor presencia en este momento en el continente europeo. Tanto el racionalismo como el empirismo son corrientes de pensamiento que se desarrollaron aproximadamente en la misma época (s. XVII y s. XVII-XVIII, respectivamente), por lo que es aún más significativo el hecho de que sean corrientes tan dispares.

Los problemas del conocimiento y de las sustancias –o su crítica- son centrales en ambas corrientes. La doctrina filosófica conocida como empirismo se desarrolla en Gran Bretaña contraponiéndose a la corriente continental europea del racionalismo, y considera la experiencia como única fuente de conocimiento válida. Sólo el conocimiento sensible nos pone en contacto con la realidad. Por otra parte, el racionalismo considera la autosuficiencia de la razón como única fuente de conocimiento, pues es la única que nos permite llegar a la Verdad, que según Descartes, es la tarea de la filosofía. El método que propugna Descartes para hallar la Verdad es la duda metódica, adoptando la evidencia como criterio de verdad y procediendo a deducir las demás verdades a partir de una primera e indubitable. Sin embargo, ninguna proposición que esté basada en la experiencia (en los sentidos) puede superar la prueba de la duda metódica. Descartes rechaza, por tanto, el punto de vista del empirismo (punto de vista desde el cual el conocimiento no sólo es derivado de la experiencia, sino también validado por ella).

De todas maneras, no es correcto decir que el empirismo es la total contraposición del racionalismo, pues aunque éste se fundamente en la experiencia, no niega la existencia de la razón. Está presente en dos ámbitos para el empirismo: en el conocimiento (la razón se limita a las matemáticas y la lógica, aunque aplicables al ordenamiento y análisis de los datos de la experiencia) y en la moral (donde es “esclava de las pasiones”, siendo el sentimiento de agrado y utilidad que provocan las acciones lo que hace que las califiquemos como buenas o, en caso contrario, como malas). A diferencia del racionalismo, que anula la experiencia, el empirismo no anula la razón, sino que la relega a un segundo plano.

Todo conocimiento, en última instancia, es conocimiento de ideas, tanto para empiristas como para racionalistas. Pero las conciben de modos muy diferentes. Según los racionalistas podemos distinguir entre: adventicias (de la experiencia exterior); facticias (de nuestra imaginación); e innatas (en nuestra mente desde que nacemos previas a cualquier experiencia), siendo éstas últimas las más importantes. Los empiristas, en cambio, no admiten que la razón posea ideas innatas. La mente, mantienen, es una “tabula rasa” (tabla rasa), que sólo se llena de contenido por medio de la experiencia.

Como ya he dicho antes, el objetivo principal del racionalismo es buscar Verdades absolutas, sin embargo, para los empiristas como David Hume (1711-1776), tales verdades absolutas no existen, pues sólo conocemos fenómenos particulares, ya que el conocimiento humano está limitado por la experiencia en su extensión y en su certeza, es decir, no podemos ir más allá de la experiencia, porque sólo estamos ciertos de lo que hemos tenido experiencia. Esto se pone de manifiesto en el prototipo de ciencia que adoptan una y otra corriente de pensamiento: en el caso del racionalismo serán las matemáticas y en el del empirismo, la física, ciencia que se refiere al mundo. Igualmente, como cabe esperar, los métodos científicos que adoptan difieren. El empirismo aboga por el método inductivo, que tiene como punto de partida los datos provenientes de los sentidos. Los racionalistas, en cambio, son seducidos por el método deductivo, que tanto éxito ha aportado a las matemáticas.

La metafísica cartesiana se fundamenta en la teoría de las tres sustancias. Descartes afirma que hay tres sustancias: la “res cogitans”, el alma o pensamiento separado del cuerpo; la “res infinita” o Dios, ser infinito, eterno, inmutable, omnisciente y todopoderoso; y, por último, la “res extensa” o mundo, de cuya existencia tenemos garantía mediante la doctrina de la “veracidad divina”. A diferencia de los racionalistas, para Hume, ya el propio concepto de “sustancia” resulta problemático. Niega la posibilidad de obtener un conocimiento metafísico válido. Sin experiencia no hay conocimiento. Incluso de Dios, la “res infinita”, considera imposible que podamos conocer su existencia. Podemos creer pero sin conocer, de tal modo que Hume adopta un resignado agnosticismo, que en el ámbito del conocimiento será escepticismo.

Actualidad y valoración.

Descartes es el iniciador del pensamiento racionalista y su obra tiene repercusión definitiva en la filosofía moderna. Se considera que su pensamiento da origen a la Modernidad. Según Heidegger, toda la metafísica moderna, incluido Nietzsche, se sustenta en Descartes. Es por tanto, la filosofía de este pensador básica para entender el mundo moderno e, incluso, el pensamiento de nuestro siglo XXI.

En nuestros días, aunque la filosofía racionalista haya dejado de estar de moda y haya sido criticada duramente durante los siglos XIX y, sobre todo, el XX, el racionalismo como elemento cultural, como parte de nuestra manera de enfrentarnos a la realidad, no sólo no ha desaparecido sino que se convierte cada vez más en una actitud generalizada. Se adopta esta actitud cada vez que se interpreta la realidad recurriendo a teorías, a modelos explicativos coherentes (racionalmente) al margen de los hechos.

El racionalismo atrae por su transparencia, por su belleza coherente, por su deducción lógica, pero en un gran número de ocasiones, como ha demostrado la historia reciente, la razón matemática, calculadora, fría, eficiente, utilitarista,… ha proporcionado grandes progresos en el ámbito científico-técnico, pero no ha superado, e incluso, en algunos casos ha multiplicado los casos de opresión, muerte, destrucción medioambiental,… Se impone, por tanto, en nuestros días seguir repensando los usos y abusos de la razón para que, de este modo, su uso adecuado nos permita lograr un mundo más humano y, al mismo tiempo, evitar los excesos de racionalismo que puedan provocar la deshumanización de la vida. Ni razón ni experiencia en exclusiva. Ambas forman parte del conocimiento humano, como mostrará Kant.

2 comentarios:

  1. Hola. Estoy en una maestria de conducta y en la asignatura de Metodologia estamos estudiando y exponiendo las corrientes filosoficas. especificamente el racionalismo. Pregunto: Tiene esta correiente vigencia ? Como la puedo relacionar con mi tesis de autoestima y conducta??
    me podria ayudar al respecto?
    la corriente racionalista (razon) como incide en la investigacion de una tesis?

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  2. muy buena informacion :)

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