viernes, 2 de abril de 2010

EL LEGADO ACTUAL DE KANT



El pensamiento de Kant abrió vías que, de una u otra forma, permanecen presentes en nuestros días, ya que estableció las bases teóricas de las grandes revoluciones intelectuales posteriores. No sólo su apuesta por el “giro copernicano” en el ámbito del conocimiento y la teoría de la ciencia nos descubren nuevas dimensiones de gran fecundidad posterior en tales temas, sino que en los ámbitos de la ética y la política, si bien es cierto que su propuesta de ética formal no ha calado suficientemente, probablemente por su excesivo rigorismo para tiempos tan hedonistas y superficiales como los nuestros, sin embargo, cualquier referencia actual a la universalidad de los derechos humanos, a la dignidad personal, a una alianza de naciones o a una ciudadanía cosmopolita, por citar algunos ejemplos, encuentran un fundamento claro y preciso en el legado kantiano.

Por otra parte, los debates entre quienes apuestan por una visión de la ética desde la razón (Kant) o quienes la pretenden fundamentar en los sentimientos (Hume) también permanecen hoy en día. No faltan seguidores del emotivismo e intuicionismo en las Islas Británicas. También desde las filas postmodernas se denuncia un debilitamiento de la razón ilustrada y su proyecto emancipador (Vattimo, Lyotard,…), apostando por un “pensamiento débil” contrario al proyecto universalista kantiano. Pero por otra parte, sin embargo, el legado kantiano ha sido retomado por quienes pretenden fundamentar una neomodernidad (Apel, Habermas, Rawls,…) con una sólida base racional, pero no en un sentido instrumental o unidimensional de la razón, como se ha caracterizado en la Modernidad, sino en un sentido “comunicativo” –por decirlo con Habermas-, que permita un auténtico progreso emancipador de la humanidad a través del consenso originado mediante un diálogo racional.

También creo que debería resaltar para concluir esta valoración que el hombre es razón y pasión. No una u otra en exclusividad. Ambas constituyen nuestra naturaleza y no podemos desprendernos de ellas. Sin embargo, una ética que tenga una auténtica preocupación por la mejora de las condiciones de vida del género humano ha de tener un fuerte fundamento racional, aunque probablemente no en exclusividad, como pretendía Kant. Ni podemos ni debemos renunciar a nuestra naturaleza dual –razón y sentimientos-, pero el éxito de las relaciones interpersonales entre los seres humanos depende de hacer éstas más razonables, más racionalizadas, en su sentido más profundo.

2 comentarios:

  1. Hola una preguntilla la valuración actual de la comparación de Hume y Kant puede sustituir a la del blog o es preferible poner en el examen esta?

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  2. Insisto en lo que he dicho en clase: esto es un modelo que yo ofrezco, entre los muchos posibles. Pero respondiendo a tu pregunta, ésta matiza algunas cosas mejorando a la anterior.

    Buena y estudiosa tarde.

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