martes, 17 de marzo de 2009

MODELO DE EXAMEN DE SELECTIVIDAD REALIZADO



















Aclaración: Seguramente, el siguiente comentario de texto necesita para realizarse varias horas, mientras que en selectividad solo se dispone de una hora y media. Sin embargo, este comentario, a diferencia de lo que suele encontrarse en la red, no está solo esbozado, sino que está completamente terminado (pudiendo prescindirse de algunos datos secundarios si hubiese problemas de tiempo). Por otro lado, conviene recordar que comentarios distintos pueden ser igual de buenos o hasta mejores.


TEXTO

«Pues bien, mi querido Glaucón -proseguí-, este cuadro debemos aplicarlo exactamente a lo que dijimos antes. Hay que asimilar el mundo que nos es patente por medio de la vista al local de la prisión, y la luz del fuego que hay en ella a la luz del Sol. En cuanto a la subida al mundo superior y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta la región inteligible no errarás con respecto a lo que constituye mi vislumbre, ya que has manifestado el deseo de oírme sobre esto. Si es o no verdadero, sólo la divinidad lo sabe. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del Bien; pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de la verdad y de la inteligencia, y que por fuerza tiene que verla quien quiera proceder sabiamente tanto en su vida privada como en la pública.»

Platón. República, Libro VII.

1. EXPLICACIÓN DE LOS TÉRMINOS SUBRAYADOS.

ALMA: Platón elaboró una teoría antropológica como soporte de sus concepciones éticas y políticas. Su concepción del ser humano es dualista, es decir, lo concibe como un compuesto de cuerpo (soma) y alma (psijé). El cuerpo pertenece al mundo sensible y el alma al mundo de las Ideas. La unión de cuerpo y alma es accidental, temporal e, incluso, antinatural, ya que el lugar propio del alma es el mundo de las Ideas. Por eso el cuerpo es para Platón la cárcel del alma, ya que el alma, al estar atrapada en el cuerpo no puede contemplar la verdad (mundo de las Ideas). Platón representa este encarcelamiento mediante el mito de la caverna.

Este lugar representa el mundo sensible, material y corpóreo, que es como un calabozo en el que el alma (el "prisionero"), se encuentra sumida en "sombras", esto es, atada a los sentidos, de los cuales solo puede obtener meras opiniones sobre la realidad. El mito habla de cómo se produce la liberación del prisionero, que representa la ascensión del alma hasta la región inteligible. Esta liberación, siendo de carácter intelectual, pues se pasa de la opinión a la ciencia, debe llevarla a cabo "quien quiera proceder sabiamente tanto en su vida privada como en la pública".

Una representación más completa del alma se produce en el mito del carro alado en el Fedro. En este mito narra de forma alegórica como el alma es semejante a un carro tirado por dos caballos alados y dirigido por un auriga (conductor). De los caballos uno es bueno, bello y de pelo blanco. Otro malo, feo y de pelo negro.

El carro tirado por los caballos viaja por las regiones celestiales hasta que el caballo negro se rebela y, por su culpa, se desequilibra el carro y cae todo él, caballos incluidos, desde el mundo celestial al mundo sensible, quedando encerrados en un cuerpo. De esta forma alegórica muestra como el alma tiene tres dimensiones y funciones: 1. Alma racional (auriga): es la que contempla las ideas, la que conoce y la que toma las decisiones. Conoce mediante la razón. Se localiza en el cerebro. Su virtud es la prudencia. Es inmortal. 2. Alma irascible (caballo blanco): impulsos voluntarios y más altos afectos del ser humano (valor, coraje, esperanza, buenos deseos…). Puede aliarse con la razón para reprimir los impulsos más bajos. Se localiza en el pecho. Su virtud es la fortaleza. Es mortal. 3. Alma concupiscible (caballo negro): es fuente de deseos y pasiones más bajos (impulsos sexuales,…). Se localiza en el vientre. Su virtud es la templanza. Es mortal.

La virtud general del alma es la justicia, que consistirá en el ordenamiento adecuado de las tres funciones del alma. Tal ordenamiento tiene lugar cuando cada dimensión del alma ejerce la función que le es propia y cuando las otras dos dimensiones del alma se someten a la razón, que por naturaleza debe tener el papel rector. Sólo el alma racional es inmortal. El alma, según aclaraba el mito, abandona el mundo de las Ideas para unirse a un cuerpo, pero cuando el cuerpo muere vuelve al mundo de las Ideas, hasta que lo abandona para unirse de nuevo a un cuerpo. Platón admite, por tanto, la reencarnación. Es la forma de que el alma se vaya purificando a través de muchas vidas hasta, por último, llegar a la perfección y ya quedarse contemplando eternamente el mundo de las Ideas. La educación que el ciudadano recibe en el seno de la polis (paideia), y cuyo diseño corresponde a los filósofos-gobernantes, es fundamental en este camino de purificación del alma. De ahí que Platón considere que la justicia en la polis, como resultado del gobierno de los sabios, tendrá como consecuencia fundamental la justicia en el alma de los ciudadanos.


IDEA DE BIEN: Las Ideas son modelos o paradigmas perfectos de las cosas. Luego las Ideas, en tanto que perfectas o buenas (o "rectas y bellas", en palabras del texto) en grado máximo, participan de la Idea de Bien. Por eso se dice que la Idea del Bien es la Idea de las Ideas, porque constituye el principio de la perfección de las Ideas o, como se define en el texto, "causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas".

La Verdad, la Belleza o la Justicia son realizaciones o manifestaciones de la Idea del Bien, ya que ésta es la fuente del valor de las cosas valiosas (es decir, las cosas buenas lo son únicamente en tanto que participan del único Bien absoluto). En efecto, la Idea de Bien es la Idea suprema, ya que no necesita presupuestos que la justifiquen, sino que es ella el fundamento de todo ser (principio ontológico) y de todo saber (principio epistemológico), al igual que el Sol es el fundamento de la existencia de los seres sensibles y del conocimiento sensible - la visión-. Respecto al segundo aspecto, el texto define la idea de Bien como "soberana y productora de la verdad y de la inteligencia" pues, en efecto, para conocer completamente el ser de algo, tenemos que conocer la virtud o perfección de una cosa de esa clase. Dicha virtud expresa no solo la esencia de las cosas, sino también su finalidad hacia la que se orienta todo su desarrollo. En el caso de los seres humanos, dicha finalidad constituye el horizonte de sentido de la vida privada y pública del hombre: para llevar una vida buena, para que haya orden en el alma humana y en la ciudad, el individuo y la comunidad han de imitar el modelo que representa la Idea del Bien.

2. EXPONER LA TEMÁTICA DEL TEXTO Y SU JUSTIFICACIÓN.

El texto pertenece al libro VII de la República de Platón. Aquí se expone el mito de la caverna, el cual resume y sintetiza de forma admirable las concepciones fundamentales de la filosofía platónica relativas al conocimiento, la realidad y la naturaleza humana. Platón se expresa en este mito, igual que en el resto de la obra y la mayoría de sus "diálogos" (estilo de redacción favorito del filósofo), por boca de Sócrates. Su interlocutor en esta ocasión es Glaucón, un hermano de Platón que también aparece como interlocutor en otra obra, el Parménides. En este texto, Sócrates aclara a Glaucón que el mito de la caverna es una ilustración alegórica de lo que ya se dijo de manera más explícita en el libro anterior, el VI, mediante la imagen la línea. Allí se había distinguido entre mundo sensible y mundo de las ideas. Ahora el primero se representa mediante una caverna en la que habitan unos prisioneros, que representan las almas de los hombres. Allí se hablaba de dos niveles fundamentales de conocimiento, la doxa (opinión), referida al mundo sensible, y la episteme (ciencia), que se dice de las ideas; ahora el estado de opinión se representa mediante la visión de unas sombras y objetos dentro de la caverna, y el estado de sabiduría se representa como la visión de lo que hay fuera de la caverna. En ambos casos se hace necesaria la presencia de la luz, pero esta tiene dos fuentes, una para cada nivel de realidad. Dentro de la caverna está el fuego, que en la línea equivalía al Sol. Fuera de la caverna está el Sol, que en la línea equivalía a la idea de Bien. En ambos casos, este elemento es el principio ontológico ("causa de todo lo recto y bello que hay en las cosas") y epistemológico ("productora de la verdad y la inteligencia") que hace posible la existencia del resto de entidades y el conocimiento de estas por parte del hombre, y ello aplicado, como decíamos, a los dos niveles de realidad establecidos por el autor.

La distinción entre el mundo sensible, presidido por el Sol, y mundo de las ideas, presidido por la idea de Bien, y la doble existencia del ser humano en ambos mundos, es, por tanto, el tema fundamental que se expone mediante el mito de la caverna. En esta distinción, el mundo perceptivo, las cosas que vemos a nuestro alrededor, no son sino copias de las formas más reales y fundamentales que representa el mundo inteligible de Platón. Es como si viéramos una sombra de las cosas, sin ver las cosas mismas. Estas sombras son una representación de la realidad, pero no la realidad misma. Esta es la teoría de las ideas que el mito platónico quiere transmitir. Sin embargo, debemos huir de dos errores comunes. El primero es pensar que las ideas platónicas son mentales. Por el contrario, se trata de entidades que rebasan el terreno de lo subjetivo y psicológico. Las ideas platónicas no son de nadie, aunque cualquiera puede pensarlas. Las ideas platónicas son, en definitiva, objetivas, independientes de los sujetos que las piensen. Pero de este modo llegamos a un segundo error, a saber, pensar que el mundo de las ideas es otro mundo distinto de éste.

El dualismo platónico debe matizarse seriamente si no queremos malinterpretar su pensamiento. Platón afirmó, por ejemplo, que la parte concupiscible e irascible del alma son mortales. También afirmó, en su formulación más madura, que la relación que hay entre las cosas sensibles y las ideas es de "participación", esto es, que las cosas "participan" de las ideas, lo cual entraña un modo de relación no ya de "parecido", sino de "identidad" sustancial. Cuando Aristóteles introduce la idea platónica en la sustancia concreta llamándola "esencia", no hace más que prolongar a su maestro y formular con conceptos más claros lo que él ya había establecido. En cuanto a la vida del hombre, Platón la convierte en esta alegoría en un prisionero que emprende un camino de liberación mediante el conocimiento, siendo esta imagen una representación evidente del intelectualismo que Platón heredó de su maestro, Sócrates. Dicha liberación, esto es, la salida de la caverna, es necesaria para "proceder sabiamente tanto en su vida privada como en la pública". Así pues, se trate de la purificación del alma o de la justicia en la polis, la receta es la misma: alcanzar la sabiduría, conocer la verdadera realidad, podar del alma las falsas opiniones que la mantienen sujeta al mundo sensible.

Esta labor, siendo función "privada" de los filósofos, debe ser también de utilidad "pública". Pero de este modo entramos en una gran dificultad: el sabio debe intentar procurar educar en lo posible el alma de los hombres para que se guíen por la prudencia y no por el interés. Sócrates ya lo intentó, y acabó condenado por la democracia. Platón no olvida este suceso y por ello piensa que no es posible que todo el mundo alcance la sabiduría. Por ello propone una sociedad de clases (filósofos-gobernantes, guardianes y productores). Por tanto, el mito de la caverna no es solo una ilustración "inocente" de una filosofía "inútil". Todo lo contrario. Se trata de la representación de cómo podemos ser mejores y de cómo podemos hacer que nuestra sociedad sea un lugar mejor. Esta mejoría requiere un esfuerzo de liberación doble. En un primer momento, solo algunos, mediante la educación, deben alcanzar la virtud, entendida como sabiduría y como abandono de una visión individual, mezquina e interesada de la realidad. En un segundo momento, esta élite humana debe comandar el progreso de la humanidad, que sigue prisionera en la caverna, hacia su "ilustración", esto es, hacia la "justicia" entendida como una ordenación adecuada de los recursos sociales que se dirija desde y hacia la excelencia humana.

3.- CONTEXTO HISTÓRICO-CULTURAL Y FILOSÓFICO DEL TEXTO.

CONTEXTO HISTÓRICO-CULTURAL
Hemos terminado la pregunta anterior hablando de la justicia en la "polis", que es el tema fundamental de la filosofía platónica. Esta temática le viene dada a Platón por los sucesos a los que asistió en su Atenas natal. Veámoslo. En el siglo V a.C. la sociedad griega alcanza su apogeo y Atenas, vencedora de las Guerras Médicas, representa el esplendor cultural y político de la democracia (cosmopolita y comercial) que ha dejado atrás a la vieja sociedad aristocrática y agrícola. Es la época del gobierno de Pericles (del 443 al 429), el arquitecto Ictinos, el escultor Fidias, de la tragedia de Sófocles y Eurípides, y de los iniciadores del género histórico Herodoto y Tucídides. Sin embargo, debido por una parte a los recelos y rivalidades surgidos entre varias ciudades asociadas con Atenas y, por otra, la pugna interna entre las tendencias democráticas y oligárquicas en muchas de ellas dieron origen a las Guerras del Peloponeso, en las que lucharon tanto Socrates como Platón.

Las distintas ciudades griegas, agrupadas en torno a Atenas y Esparta, se enfrentaron entre sí en una guerra de la que finalmente Esparta resultó vencedora. En esta nueva situación, Esparta procuró anular las inclinaciones democráticas y favorecer las oligarquías, imponiendo en Atenas el régimen de los Treinta Tiranos. Esta dictadura fue odiosa y corrupta, y le sucedió una democracia, en la que se llegó incluso a condenar a muerte a Sócrates, el maestro de Platón. Así, al periodo de auge cultural, político y económico de la Atenas del siglo V a.C. sucede una época de crisis que concluirá con la pérdida definitiva de la hegemonía de Atenas al ser sometida la ciudad al imperio macedónico de Alejandro. Cuando Platón fue joven, al ser de familia noble, se sintió inclinado en un principio hacia la política. Pero su amistad con Sócrates, a quien acompañó en los últimos años de la vida de éste, le hará orientarse definitivamente hacia la filosofía.

Tras la muerte de Sócrates en 399 por la recién instaurada democracia ateniense, Platón renuncia definitivamente a la acción política directa en su Atenas natal y comienza una serie de viajes. Es entonces cuando se convence de que el único modo de lograr la justicia en la polis es hacer que la política se base en la filosofía: el gobierno no debería estar en manos de los ignorantes, sino de los sabios, únicos capaces de conocer el Bien que la ciudad necesitaba para lograr la felicidad colectiva. Desde entonces dedicó su esfuerzo intelectual a construir y fundamentar teóricamente el modelo ideal de sociedad.

Hacia 390 Platón visita las ciudades del sur de Italia, tomando allí contacto con el pitagorismo, y Sicilia, donde traba amistad con el joven Dión, cuñado del tirano de la ciudad, Dioniso I, a quien intentará influir en su gobierno. Con el fracaso de su primera aventura política, Platón regresa a Atenas (387) y abre una escuela, la Academia, donde se dedica durante veinte años a la enseñanza. Por dos veces más regresará de nuevo a Siracusa tentado por la oportunidad de realizar un gobierno de filósofos, hasta que el asesinato de Dión le hace renunciar definitivamente a la práctica política. A partir del 361 deja casi por completo la dirección de la Academia en manos de Heráclides de Ponto. Sus últimos años fueron dedicados a escribir, muriendo en el 347 a.C.

CONTEXTO FILOSÓFICO
Fue mucho lo que escribió a lo largo de sus 80 años. El género en el que se expresó fue el "diálogo", y el personaje central de la mayoría de ellos fue Sócrates. En estas y en otras obras, la concepción de la política de Platón, heredada de Sócrates, nada tiene que ver con el mero forcejeo por el triunfo, ni con el ansia de poder. El ejemplo socrático orientó su trayectoria vital y filosófica, haciéndole ver el sentido de una existencia auténtica en la dedicación a la filosofía y la purificación del alma, por un lado, y, por otro, descubriéndole el sentido de la política como misión sagrada para reformar y mejorar a los hombres en la ciudad (polis).

Muy distinta es la posición de los sofistas. Éstos aparecen en la época de la democracia griega. Son un grupo de filósofos cuyo cometido consistía en formar políticos capaces de argumentar y convencer a sus conciudadanos de sus opiniones en las discusiones públicas. Los sofistas mantenían que no existía una verdad válida para todo momento y lugar, sino que la filosofía debía buscar lo más conveniente para la ciudad en ese momento determinado (relativismo). A esta postura se oponen Sócrates y Platón, que defienden la necesidad de ir más allá de ese relativismo para buscar un fundamento filosófico permanente sobre el cual basar las leyes que gobiernen la ciudad. Para ellos no se trata tanto de convencer, como querían los sofistas, sino ante todo de saber.

Se ha sostenido que Sócrates y Platón representan una postura aristocrática, por oposición a la posición democrática de los sofistas. En cualquier caso, hay que señalar que se trata de una aristocracia del conocimiento y no de la sangre o el dinero. La reforma de los hombres, el afán platónico de llevar a los hombres hacia el Bien, debe orientarse en el sentido de instaurar en la polis el reinado de la justicia: no es el hombre la medida de todas las cosas, como querrían los sofistas, sino el Bien, la Justicia.

El filósofo es quien consagra su vida al conocimiento del Bien, es quien realmente debe asumir la dirección de los hombres, pues es quien está mejor preparado para un buen gobierno de la ciudad. Para superar el relativismo y escepticismo sofístico, los cuales imposibilitan la búsqueda de la verdad y la ciencia y, por tanto, la filosofía misma, Platón elabora su teoría de las ideas. En ella se recoge toda la herencia de los primeros filósofos griegos y también de Sócrates. El inmovilismo del Ser de Parménides es tomado para construir un mundo de ideas permanente e inmutable, aunque múltiple, ya que son muchas las ideas que lo pueblan, a diferencia del Ser unitario parmenídeo. Del pitagorismo, tomará la inmortalidad del alma y el preludio matemático en el acercamiento a las ideas. El espíritu de Sócrates empapa toda la filosofía de Platón al concebir el conocimiento como conocimiento de lo universal, defender el intelectualismo moral y centrar su interés en cuestiones de tipo ético-político.

La República, obra a la que pertenece el texto, es la obra fundamental del pensamiento platónico maduro en la que se encuentra la exposición más elaborada de la teoría de las ideas. El título de la obra traduce el término griego Politeía, esto es, que trata de los asuntos de la polis. En el diálogo se van desgranando los temas relativos a la justicia, exponiendo cuáles son las clases sociales que componen la ciudad y cuáles las partes del alma humana, con sus correspondientes virtudes propias, resultando la justicia como armonía del conjunto social o individual. Especial atención se dedica a la educación del gobernante-filósofo y cómo éste mediante la dialéctica ha de alcanzar la idea del Bien. Siendo la mejor forma de gobierno el de los más sabios (aristocracia), cualquier otra ha de ser degeneración de aquella.

4. RELACIÓN DEL TEMA DEL TEXTO CON OTRA "POSICIÓN" FILOSÓFICA Y EXPLICAR SU VISIÓN PERSONAL DEL TEMA, VALORANDO SU ACTUALIDAD.

El pensamiento de un filósofo es fiel reflejo de la sociedad en que vive, ya sea para legitimarla o para criticarla. Por eso puede extrañar que decida relacionar el pensamiento de dos filósofos tan alejados en el tiempo como son Platón (s. V-IV a. C.) y Marx (s. XIX). Sin embargo, para empezar, ambos pensadores tienen en común el haber sido profundamente críticos con la sociedad en que les tocó vivir. También ambos coincidieron en implicarse no sólo teóricamente sino también en la práctica, en las reformas políticas de su tiempo: en el caso de Platón intentando hacer realidad su proyecto político como consejero del rey de Siracusa y en el caso de Marx, compatibilizando sus investigaciones teóricas con la actividad revolucionaria (fundando la Liga de los Comunistas o la Iª Internacional del movimiento obrero, por ejemplo).

Es verdad que en el mundo griego en que vio la luz la obra de Platón ni el mayor de los creadores de ciencia ficción podría imaginar un nivel de industrialización tal como el que será detonante del pensamiento de Marx. Sin embargo, a pesar de las notables diferencias contextuales, ambos autores tienen en común proponer un pensamiento político que promueve una utopía ética del Estado Justo, es decir, aunque con diferencias de planteamientos y formas, ambos coinciden en que su proyecto filosófico fundamental consiste en organizar la sociedad para que reine la justicia. Se trata, evidentemente, de dos concepciones notablemente diferentes de la justicia, como aclararé ahora. Platón, influido por su maestro Sócrates, intenta explicar la realidad recurriendo a su original "Teoría de las Ideas", es decir, su explicación de la realidad parte de las esencias inalterables y eternas (Mundo de las Ideas) que son imitadas de forma imperfecta por las cosas concretas, cambiantes y sensibles (Mundo sensible), siendo estas últimas menospreciadas, defendiendo, de este modo, una teoría idealista. Considera, por tanto, las Ideas, y de manera especial la Idea de Bien, como principio del ser y del conocer, considerándolas la auténtica realidad. Marx, por su parte, de forma totalmente antagónica, elabora una teoría materialista, tachando a las filosofías idealistas, como la platónica, de abstractas e irreales. Él defiende una teoría que parte de lo concreto, es decir, de las necesidades materiales del hombre real y huye de abstracciones idealistas. Marx pretende hacer ciencia basándose en hechos concretos. En cambio, Platón se basa en las Ideas, imperceptibles a los sentidos, pero auténtica realidad accesible desde la razón y, por tanto, cognoscibles desde la ciencia (episteme) o saber universal.En el caso de los conceptos ético-políticos, Platón atribuyó a tales conceptos el estatuto de Ideas, es decir, las acciones justas que realizamos participan de la idea de Justicia, los buenos consejos imitan la idea de Bondad, etc., considerando a tales Ideas como la realidad perfecta, el modelo excelso y perenne a seguir accesible desde la razón. Marx, por su parte, piensa que la justicia, la bondad, la virtud, etc. son conceptos ideológicos, es decir, deformaciones de la realidad puestas al servicio de los intereses de la clase social dominante. En el caso de la época de Marx tales conceptos, a su juicio, no serían más que manipulaciones de los capitalistas para legitimar su explotación de las clases menos favorecidas. Situación esta contra la que arremete Marx. Esto nos permite comparar el falseamiento de la realidad característico de las ideologías (Marx) con las sombras del "mito de la caverna" platónico, que también lleva a confundir lo real con lo falso a todos, salvo al prisionero que se libera de las cadenas (filósofo) para ascender lentamente hacia el conocimiento verdadero, lo que logra, finalmente, al salir fuera de la caverna (que representa el Mundo de las Ideas), según nos relata el mito.

Esto nos permite diferenciar, a su vez, la labor del filósofo para Platón y para Marx. Mientras que para el primero, el filósofo debe teorizar para buscar la Verdad (Ideas/conocimiento/ciencia) y la Felicidad (sólo es posible lograrla en una sociedad donde reine la Justicia, de ahí la importancia de la política), para el segundo la labor fundamental de filósofo consiste en transformar la realidad –no interpretarla falsamente como se ha hecho en el pasado, especialmente por los idealistas- para traer la felicidad a la Tierra para todos en condiciones de igualdad (ideal de la sociedad comunista).

Resulta curioso observar cómo a pesar de las grandes diferencias de época, planteamientos y propuestas, ambos consideran la labor política, -aunque uno se centre más en los planteamientos teóricos (Platón) y el otro en la praxis (Marx), revolucionaria si hace falta- fundamental para lograr la felicidad humana. Sin la política adecuada que organice y/o transforme la sociedad de modo justo no es posible ser feliz. Son dos propuestas, por tanto, que se enfrentan al individualismo característico del liberalismo, ya que la propia felicidad depende del orden justo de toda la sociedad en que se vive. El individuo, por tanto, no puede vivir al margen de la comunidad.

A pesar de lo mencionado anteriormente, dado que Platón hace coincidir el conocimiento teórico y práctico, otorga al filósofo-sabio una función fundamental en la sociedad. Así, Platón divide la sociedad en tres grupos sociales: el primero, y jerárquicamente superior, es el grupo de los filósofos-sabios cuya función principal es gobernar ("corresponde a la razón gobernar", decía Platón). Se trataría, según su propuesta, de una aristocracia del conocimiento; a continuación estaba el grupo de los guardianes, que se encargaban de la protección de la sociedad; y, finalmente, un grupo inferior que está formado por los productores (pueblo) que se encargan de proveer a todos de bienes materiales para sobrevivir. Tal división se fundamenta en la naturaleza, carácter y, en base a ello, preparación de cada uno, que nos hace aptos para realizar una tarea concreta y no otra. Platón parte de la idea de que los individuos no son iguales por naturaleza y, por tanto, deben cumplir diferentes funciones en la sociedad. De este modo, Platón legitima una sociedad donde reine la desigualdad, pero donde cada grupo social ha de cumplir con su función como parte de un todo.

La propuesta filosófica de Marx, en cambio, lucha contra la desigualdad que ha prevalecido en las diferentes etapas de la historia de la humanidad y, especialmente, en la sociedad burguesa. Por eso, frente a la explotación del hombre por el propio hombre, Marx apuesta por la igualdad, como ideal de justicia. Marx, asegura que tenemos diferentes cualidades pero todos somos esencialmente iguales y la sociedad debe organizarse teniendo como base esa igualdad. Rechaza, por tanto, la existencia de grupos o clases sociales, porque esto históricamente ha generado la división entre explotadores y explotados y la consiguiente lucha de clases. También rechaza Marx la división entre trabajos intelectuales y manuales, por considerar que son el origen de los falseamientos ideológicos de la realidad. Platón, sin embargo, disiente notablemente de esta idea considerando que los más sabios han de dedicarse al trabajo intelectual y los menos aptos se dedicaran a las labores manuales. Platón afirma la desigualdad. Marx, sin embargo, pretende instaurar la felicidad en la tierra para todos, en condiciones de igualdad porque en la sociedad que él consideraba ideal llegaría el momento de que todos los ciudadanos gozaran de una abundancia de riqueza. Marx, que considera que el motor de la Historia es la lucha de clases, divide la sociedad capitalista en dos clases enfrentadas, con intereses antagónicos: los explotadores capitalistas, dueños de los medios de producción y los explotados o proletarios. Las actividades de ambos son, al igual que su posición, distintas. Tal desigualdad en el trabajo realizado y en el acceso a las propiedades y riquezas es valorado muy negativamente por Marx. La sociedad ideal de Platón, sin embargo, es estructuralmente desigual. A seres de diferente naturaleza les corresponden diferentes funciones sociales, siendo todas necesarias, de igual manera que en un cuerpo la mano necesita del cerebro y viceversa, pero no siendo todos iguales (siguiendo con el símil: una mano se puede implantar, pero un cerebro, no). Por tanto, para que se logre la justicia cada grupo social ha de cumplir con su función propia, evitando el desorden.

Aunque Platón afirme la desigualdad, su modelo de sociedad se caracteriza por ser una aristocracia del conocimiento (la razón debe gobernar), que no debe confundirse con una aristocracia de títulos nobiliarios o poder despótico o acaparación de propiedades y riquezas en manos de los poderosos. De hecho, algo en lo que llama la atención la coincidencia entre Marx y Platón, teniendo en cuenta las distintas épocas en las que viven y sus diferentes concepciones antropológicas y de la sociedad, es en la supresión de la propiedad privada, aunque en el caso de Platón fuese una medida que sólo afectaría a unas determinadas clases -gobernantes y guardianes-, curiosamente, los que tienen poder, para evitar que el egoísmo se apodere de ellos y confundan lo que es de todos con lo suyo. Se trata, por tanto, de una medida que trata de evitar la corrupción política. Marx, por su parte, adopta una posición más radical asegurando que los medios de producción deben ser propiedad colectiva, para evitar la explotación de unos hombres por otros.

VISIÓN PERSONAL Y ACTUALIDAD

Como se dijo al principio de esta pregunta, todo pensador es hijo de su época y se enfrenta a los problemas desde unas influencias sociales y culturales concretas. Sin embargo, muchos de los problemas que plantearon Platón y Marx desde sus contextos, los seguimos teniendo también nosotros. Y muchas de sus soluciones siguen siendo plenamente vigentes. Así, hoy en día seguimos aspirando a la justicia en la "polis". La "paideia" (educación) de la cuidadanía sigue siendo una muy buena receta para lograrlo. Y lo mismo en la Atenas de Platón como en la sociedad de Marx y de nuestros días, el relativismo que afirma que "todo vale", la renuncia al adoptar una postura crítica ante los problemas y el apego al interés privado de cada uno siguen siendo la mayor amenaza para el logro de una sociedad de verdaderos ciudadanos. Ayer como hoy, los hombres y mujeres viven rodeados por las sombras de la caverna (la realidad que nos muestran algunos medios de comunicación que solo se interesan por lo macabro y por la intimidad de la gente). Estos claros paralelismos nos llevan a pensar que leer a Platón nos permite comprender y valorar más adecuadamente los problemas que aún seguimos, como humanos, teniendo.

Por otra parte, y a un nivel más académico, no han faltado ejemplos en el s. XX y en lo que va del XXI de grandes pensadores, que sin ser seguidores del genial filósofo ateniense, y siendo creadores de pensamientos propios y originales, sin embargo, coinciden en subrayar la enorme trascendencia filosófica e histórica, aún en la actualidad, del pensamiento de Platón. A modo de ejemplo citaré los siguientes: el filósofo alemán Jaspers (1883-1969) afirmaba que quizás no hemos igualado a Platón en lo que en él hay de intensidad y profundidad de búsqueda filosófica. Desde otra perspectiva, Whitehead (1861-1947) dice que en realidad la historia de la filosofía occidental viene a ser un conjunto de notas al margen de los diálogos platónicos. Bertrand Russell (1873-1970), por su parte, afirma que las razones por las que todavía hoy estudian matemáticas los niños en las escuelas deben leerse en la República de Platón.

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